Monday, November 27, 2006

La torre de Babel...


La historia de la torre de Babel se menciona en el Génesis capítulo 11, versículos 1 a 9. Se dice que los descendientes de Noé habían migrado del este al sur a lo largo del río Tigris y luego al oeste a través del Tigris hacia una vega en el país de Senaar. A medida que aumentaba el número de gente, las distancias entre sus hogares empezaba a aumentar, fue así que pensaron en construir una cuidad y una torre que llegara hasta el cielo, para en caso de que siguiera aumentando el número de personas y se dispersaran por toda la faz de la tierra, se hicieran famosos por la construcción de la magnánima torre de Babel.

Fue ahí cuando Dios confundió su lenguaje haciendo que hablaran diferentes lenguas. Esto imposibilitó la construcción de la torre y se dispersaron por toda la faz de la tierra.

Los historiadores ubican la construcción de la torre en Babilonia, estado de la antigua Mesopotamia (actualmente Iraq), aproximadamente 2000 años antes de Cristo.

Con más de 6,500 millones de personas habitanto el mundo, aproximadamente 105 idiomas oficiales, un mundo culturalmente diverso y altamente excluyente por cuestiones étnicas, raciales, religiosas, políticas o económicas, aún con los grandes avances tecnológicos y la globalización como un fenómeno "aceptado y asimilado", hoy en día sería imposible constuir la torre de Babel.

Me queda como reflexión cuestionar ¿cuánto hemos avanzado después de 4,000 años?

Recomiendo ver "Babel" de Alejandro Gonzáles Iñárritu.

1 Comments:

At 2:50 PM, Anonymous Anonymous said...

Más que una imposibilidad para comunicarnos pareciera que lo que hace falta en el mundo es el deseo mismo de escuchar a los demás. El lenguaje y el idioma pasan a segundo término cuando buscamos activamente comprender lo que el otro nos quiere comunicar. Cuantas veces nos hemos encontrado en tierras foráneas sin hablar el idioma y logramos hacernos entender, cuantas otras nos encontramos en nuestra misma casa, donde no solo hablamos el mismo idioma sino contamos con nuestro propio lenguaje interno y al hablar de temas difíciles no somos escuchados.
La clave no está en hablar el mismo idioma, o ser parte de una misma cultura o comunidad, la clave está en establecer relaciones intimas y profundas de intercambio emocional donde la comprensión del otro nos ayude al entendimiento de uno mismo y donde la relación en sí sea una fuente de desarrollo y crecimiento.
En un mundo tan enfocado en resaltar las diferencias, se nos ha olvidado la única característica que realmente nos une: en el fondo todos buscamos la complementariedad.

 

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